Vinagres

Nuestra colección incluye vinagres para todos los gustos y usos:

• Vinagre de Jerez: intenso, con notas tostadas y envejecido en madera.
• Vinagre balsámico: dulce y aromático, ideal para ensaladas o reducciones.
• Vinagre balsámico blanco: más suave y delicado, perfecto para pescados o frutas.
• Vinagre de sidra: ligero y afrutado, con un toque natural y refrescante.
• Vinagre de membrillo: Dulce, intenso y elaborado con membrillos de cooperativo, perfecto para vinagretas y toques especiales.
  
  Todos ellos son ecológicos o de elaboración tradicional, seleccionados por su pureza y equilibrio.

Depende del tipo de cocina o maridaje que busques:
🥗 Ensaladas frescas → vinagre de sidra o balsámico blanco.
🍖 Carnes o guisos → vinagre de Jerez o balsámico envejecido.
🧀 Quesos o frutas → balsámico clásico.
🐟 Pescados o mariscos → vinagre de vino blanco o balsámico claro.

El truco está en buscar el equilibrio entre dulzor, acidez y aroma.

El vinagre de vino se obtiene a partir de la fermentación del vino, conservando su acidez característica y notas de crianza.

El balsámico, en cambio, se elabora a partir de mosto de uva concentrado y envejecido, lo que le aporta un toque más dulce, denso y aromático.

Ambos son naturales y complementarios: uno da frescura, el otro profundidad.

El vinagre es un producto estable, pero para mantener su sabor y aroma conviene guardarlo en un lugar fresco y oscuro, lejos de la luz directa.

Una vez abierto, mantenlo bien cerrado para evitar la evaporación y la pérdida de matices.

No es necesario refrigerarlo: su acidez actúa como conservante natural.

Sí, y es una excelente manera de crear sabores únicos.

Por ejemplo, puedes mezclar un balsámico blanco con uno de Jerez para obtener acidez y cuerpo a la vez, o combinar sidra y balsámico para marinar carnes o verduras.

Experimentar con distintos vinagres es una forma sencilla de dar personalidad y equilibrio a tus platos.